jueves, 14 de abril de 2011

14 de Abril

Ya va siendo mucho el tiempo que llevo sin escribir, bien por falta de tiempo, bien por falta de inspiración... Así que hoy me he propuesto volver. Un poco agobiado, la verdad, por todas las obligaciones que conlleva mi carrera y siendo consciente de que le debo una entrada en el blog a cierto personaje que se cruzó en mi vida no hace tanto... hoy me siento con ganas de escribir, pero ese personaje hoy me va a perdonar porque esta no es su entrada... Y es que hoy es 14 de abril...
Si buscamos en Internet, en el día de hoy de años pasados han ocurrido muchos acontecimientos y algunos muy importantes, y la verdad, me podría estar refiriendo en esta entrada a cualquiera de ellos: el asesinato de Abraham Lincoln, el hundimiento del Titanic, la finalización del mapa del genoma humano... pero no, no es ninguno de esos. El día 14 de abril del año 1931, en España, se proclamó la Segunda República, y es un acontecimiento que merece ser recordado este año porque se cumplen 80 años de ese día.


Tras la dimisión del general Miguel Primo de Rivera en enero de 1930, Alfonso XIII intentó devolver al debilitado régimen monárquico a la senda constitucional y parlamentaria, a pesar de la debilidad de los partidos dinásticos. Para ello convocó una ronda de elecciones que debían servir para recuperar la legitimidad democrática que las instituciones monárquicas habían perdido y regenerar el régimen.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 arrojaron unos resultados parciales de 22.150 concejales monárquicos y apenas 5.875 concejales para las diferentes iniciativas republicanas, quedando 52.000 puestos aún sin determinar. Pese al mayor número de concejales monárquicos, las elecciones suponían a la Corona una amplia derrota en los núcleos urbanos: la corriente republicana había triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. La razón por la que los resultados de los principales centros urbanos representaban la derrota de la monarquía la encontramos en que en esos núcleos el voto estaba menos adulterado, pues la presencia de caciques, partidarios en su inmensa mayoría de la monarquía, era menor. Esto daba constancia de que la corona estaba completamente desacreditada, puesto que se había arrimado demasiado al régimen de Primo de Rivera.

El almirante Aznar presentó su dimisión. Los ministros Bugallal y La Cierva apostaron por hacer uso del ejército para disuadir de cualquier iniciativa a los republicanos. Al ser preguntado si había motivos para una crisis, Aznar contestó: "¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano?" Así lo entendieron el conde de Romanones y el propio rey, al constatar su falta de apoyo popular en las ciudades. Aquel inició contactos con Niceto Alcalá-Zamora para obtener seguridades sobre la vida del monarca. Pero el que iba a designarse Jefe del Estado y Presidente del Gobierno provisional sólo unas horas más tarde, había obtenido el apoyo de Sanjurjo, y con él el de la Guardia Civil y el Ejército; se eximió de poder garantizar nada, exigiendo en cambio el inmediato abandono del país del que había entregado el Gobierno a sucesivos dictadores. Tal exigencia fue repetida por el Comité Revolucionario que se iba a convertir en Gobierno provisional, en un manifiesto publicado en los distintos diarios. El Monarca marchó hacia el exilio la noche del mismo 14 de abril de 1931. El día 16 de abril, se hizo público el siguiente manifiesto, redactado en nombre del rey por el duque de Maura:

Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.

Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.

Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.

También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.

Entretanto, las ciudades de Sahagún (León), Éibar (Guipúzcoa) y Jaca (Huesca) fueron las tres únicas ciudades que proclamaron la República un día antes de la fecha oficial, el 13 de abril de 1931. El Gobierno de la República les concedería posteriormente el título de Ilustrísimas Ciudades. La primera ciudad en la que se izó la bandera tricolor fue Éibar, a las 6:30 de la mañana del 14 de abril, a la tarde de ese mismo día la imitaron las principales capitales españolas, incluyendo Barcelona y Madrid, en las que las candidaturas republicanas obtuvieron mayorías muy holgadas.

Alfonso XIII abandonó el país sin abdicar formalmente y se trasladó a París.

El escritor Toribio Echeverría redacta, en su libro Viaje por el país de los recuerdos la proclamación de la Segunda República en Éibar de esta forma:

...y antes de las seis de la mañana habíase congregado el pueblo en la plaza que se iba a llamar de la República, y los concejales electos del domingo, por su parte, habiéndose presentado en la Casa Consistorial con la intención de hacer valer su investidura desde aquel instante, se constituyeron en sesión solemne, acordando por unanimidad proclamar la República. Acto seguido fue izada la bandera tricolor en el balcón central del ayuntamiento, y Juan de los Toyos dio cuenta desde él al pueblo congregado, que a partir de aquella hora los españoles estábamos viviendo en República.



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